El régimen hiperpresidencialista asume un estilo de concentración de poder y de conducción dominante que trasciende el interés de los especialistas y reclama la atención de los ciudadanos. ¿Puede la sola autoridad presidencial sobrellevar con posibilidades de éxito la inmensa tarea de conducción y de gestión que demanda el Estado? ¿Es conveniente que una sola persona, legitimada por el triunfo electoral, esté investida con la totalidad del mando ejecutivo?
El autor da cuenta de la relación entre el presidente y sus ministros desde 1916. Situado en una intersección jurídica, sociológica e histórica, el estudio alcanza a veinticuatro presidencias y a más de quinientos ministros.
Con la minuciosidad y rigor que resulta de la evidencia empírica de los hechos, se confirma la condición dependiente y subordinada de los ministros respecto de la autoridad presidencial hegemónica y dominante.
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