Pierre Rosanvallon impartió esta lección al inagurar la cátedra de Historia moderna y contemporánea de lo político en el College de France, en marzo de 2002.
Lo político se refiere al poder y la ley, al Estado y la nación, a la identidad y la diferencia. Su estudia es esencial en las sociedades democráticas. Por ser un ámbito de libertad, la democracia ha sido siempre problemática. Mo establece reglas a priori, por tradición o por autoridad. Es por su propia esencia un campo abierto a las contradicciones: el sujeto de la democracia es el pueblo, pero sólo existe por medio de representaciones de sí mismo; se aspira a la libertad individual pero también a ejercer poder sobre los otros; se oscila entre el cumplimiento de los caprichos del instante, la voluntad general y la preservación a largo plazo del derecho. Su historia es una historia de desvíos. ¿Es el totalitarismo es una exacerbación del principio representativo? ¿Son las secesiones un rechazo a la vida común y a la aceptación de la diferencia? La democracia es un ideal que se realiza confusamente. Por eso su historia está atravesada por una sensación de tradición, de desencanto.
Lo político se aprehende en esas contradicciones, en esos desvíos y en esas decepciones, pero también en el nivel “bastardo” de la política. Hay un lazo indisoluble entre lo político y la política. Quizá ése sea el origen de la decepción ante la democracia.