La belleza y el dolor se nos atraviesan en la lectura y nos conmueven hasta el tuétano. Porque más allá de la pulida y lograda factura del soneto o del verso que se hace libre, estas palabras son dichas desde un lugar que solo busca lo imposible, ese como 'amonedar el viento', ese rozar con un dedo las sombras de lo que fue y de lo que perdura solo en el ruecuerdo: allá respiran estos dolores, esos abandonos, esos amores imposibles y esas tardes escondidas. Se hacen eternos, cercanos y se encuentran con los momentos más íntimos, luminosos y tristes de sus novelas.