Hombre en ruinas nació del viaje que hice a Roma en diciembre de 2009. El impacto que me produjo el recorrido por las ruinas del Foro y otros parajes del antiguo imperio fue tremendo. Recuerdo que, frente al Coliseo, asediado de voces y de imágenes que me llegaban desde el fondo de la memoria más remota, tuve que aferrarme a la escritura.
Surgieron entonces los primeros bocetos de lo que más tarde sería un extenso poema en prosa sobre el sentido del vestigio. Vinieron, luego, otros viajes (uno a la catedral de Amiens, al Castillo de San Vigilio en Bérgamo, a la Santa Capilla en París, al acueducto de Segovia, a las tres pirámides en las afueras de El Cairo, a Carcasona y los sitios emblemáticos de la resistencia cátara, al Templo mayor en Ciudad de México, a numerosos cementerios del mundo), y seguí escribiendo sometido a las impresiones dadas por el tiempo ido y la ansiedad del hombre por permanecer. A lo largo de casi diez años, mientras iba escribiendo tres largas novelas, fui tramando este libro que, a su modo, es una meditación poética sobre la ruina, un canto al nacimiento y a la muerte sabiendo que lo único perdurable es la huella. Huella cuyo pálpito es una imagen fragmentada que después se funde en el olvido.
Pablo Montoya
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