¿Quién es Lucas Ochoa en los días en que saca en limpio sus aventuras italianas? Cada rato sale a la ventana del Consulado, donde trabaja, mira para el cielo y llama a Dios. También cuando sale de paseo con los hijos mira para el cielo, como las aves de presa cuando se asolean en los tejados. Tiene una gran seguridad de que somos hechura y de que podemos recibir energía. La cuestión es ponerse en relación con ella. Casi todos cortan la corriente y se arrugan como pasas. Se siente vivir en comunicación con todo lo creado. 'Hasta allá' -dice-, hasta el sol más lejano está unido a mi'.
Siempre hay seres humanos detrás de nuestras acciones. Por ejemplo, al publicar mis libros he sentido que sería muy bueno que Alfonso y José Vicente González dijeran que estaban agradables. El último murió en 1932. Me falta un ala. Este es para Alfonso. Aparecen tantos jóvenes y mueren tantos colegas de juventud, que estoy medio muerto, por lo menos se me quita el miedo a la muerte. Las nuevas juventudes son como nuevas visitas, con quienes no encontramos qué decir. Decididamente, pasados los treinta años, cada día es más evidente que nuestro puesto en la tierra lo necesitan y reclaman otros. ¡Abran campo, pues, queridos amigos muertos, que me siento empujado hacia vosotros! Pero mientras tanto cantemos a la juventud, que es lo único. Lo demás son las meras nadas. La juventud es bella aunque no se bañe. Por eso, por amor a ella, para no separármele, he querido permanecer siempre aficionado y no ser profesional. Así puedo contradecirme, no tengo obligaciones, me parece que estoy aún en el colegio de los jesuitas y que no he terminado mi documentación. Porque soy también un jesuita soltado. Me da hasta risa pensar en el asco que le tengo a la terminación de los estudios, a la vejez y a la muerte. Porque cuando uno cree que ya sabe una cosa, es porque ya se murió. Todos son muertos, menos los que nos documentamos y nos documentamos, como los jueces que se demoran y se demoran. ¿El juicio? ¡Va! Eso es matar el proceso filosófico… Lo único que sé es que la filosofía es un camino, una amistad y no un matrimonio con la verdad. Ésta no se ha casado, es virgen, una virgen juguetona. Quien afirme que ha poseído la verdad es un… viejo sofista.