La primera de todas las antologías es la que cada quien lleva de sus versos querido. Es misteriosa y entrañable y no está sujeta a debate, ni es obligatoria, ni es refutable. Borges dijo que en algún sitio que desconocía totalmente la literatura de Hungría o de Sudán, pero que no dudaba de que en ellas estaría todo el alimento que necesita e l espíritu. Suficiente argumento contra los confitados adoradores del canon universal que pretende legislar desde los viejos centros de la esfera y olvidan que un buen verso de González Martínez vale por uno de Rossetti o de Verlaine. Más vale estar dispuestos a encontrar la belleza que haber decidido de antemano dónde puede estar y dónde no. Homero a veces duerme, pero Tirteo a veces se despierta. Mucho le debo a la poesía de mi país, y este libro quiere ser testimonio de esa gratitud, pero el azar y el tiempo no siempre me han permitido abonar a esas deudas.
Índice
Unas palabras para el comienzo
(Prólogo a la primera edición. Revisado)
Juan de Castellanos
Hernando Domínguez Camargo
Contra la muerte, coros de alegría
José Eustasio Rivera
José Manuel Arango