En América Latina gran parte de la población campesina migra hacia la ciudad, donde pasan a ser habitantes urbanos. Esta población de orígenes diversos conserva, en muchos casos, los saberes sobre el mundo natural, los cuales deberían ser parte estructurante de las políticas urbanas. La fusión campo-ciudad en un nuevo concepto de vivienda urbana y rural se fundamenta en el principio de interacción asociativa que rige al mundo natural, en el principio comunitario que caracteriza en gran medida al mundo campesino y en el principio de reciprocidad hacia la Tierra.
La investigación hace un recorrido histórico por algunas realizaciones de Occidente desde el siglo XIX y XX que tuvieron el objetivo de conjugar el concepto de ciudad con el de campo. Se presenta un marco teórico compuesto por los conceptos del habitar, el habitar biocéntrico, antropocéntrico y ecocéntrico, la verde fuerza del suelo y su reciprocidad, y de un nuevo concepto de vivienda, que orientan el acercamiento proyectual. Las dos propuestas de diseño se ubican en el Valle del Cauca, Colombia; uno, en una población intermedia, y otro, en una gran ciudad. En ambos contextos se desarrollaron dos modelos de vivienda en altura que integraron el cultivo de alimentos, así como estrategias de diseño sostenible.
En consonancia con las palabras de Arturo Escobar para el prólogo: ¿Cómo sería vivir en un territorio vivo, pleno y fecundo, una región de bosques y aguas vivas, de gentes laboriosas que sepan entretejerse con sus entornos y espacios urbanos y no urbanos a medida que buscan la salubridad, comodidad y ludicidad colectivas? La respuesta a esta pregunta implica la búsqueda de la transformación del concepto de ciudad moderna en uno que oriente soluciones ecológicas encaminadas a restaurar, proteger, conservar y, de manera definitiva, disfrutar la habitabilidad del planeta.