Es de esperar que las mujeres encuentren en este libro algunas pistas sobre lo que, quizá, no sepan de sí mismas después de su largo camino y que resulta indispensable no ignorar en el siglo XXI para decidir su posición: lo que trama la cultura en la que los feminismos y el psicoanálisis han tenido un papel maestro. Los psicoanalistas que tienen horror del feminismo, según pretende la autora de este libro, quizá puedan encontrar en él alguna razón para saber algo del feminismo y del horror. Les conviene, pues el campo freudiano hace años que se teje en una disputa cortés con los feminismos. Los feminismos, por su parte, no encontrarán condescendencia pero tampoco el enfrentamiento inútil que nace del horror. Encontrarán nuevos motivos, parece esperar la autora, para entusiasmarse con el psicoanálisis o para seguir discutiendo con él.
No crean los hombres que esto no tiene nada que ver con ellos.
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