En esta parte central de su gran relato, Carrasquilla parece ubicar sus personajes fuera de los elementos retóricos de lo que conocemos como el género de la novela. Y no es que eluda los elementos que suelen configurar lo novelesco: crimen, odio, venganza, abuso, sino que prefiere ahondar sutil y hábilmente en este fresco de conductas, utilizando para ello la primera persona a través de ésta un método ‘behaiviorista’ mediante la descripción amorosa, detallada, de cada personaje en sus aspecto interno, y también en su exterioridad. Esa exterioridad que a la vista de los otros le da una determinada configuración. Lo mismo hace con el paisaje. Hacer esto último es –como en el caso de la “Geografía de Antioquia” de Manuel Uribe Ángel- dar carta de existencia a una geografía, a una flora, a una orografía, a una mineralogía que sin nombres propios no tendría existencia, pues, aquello que permanece en el habla dialectal no cobra nunca existencia. Esto es el concepto de Región.