Para Doña Hortensia cada día era igual y lo vivía sin salirse ni un milímetro de su rutina habitual. ¿Era perfeccionista? No exactamente; simplemente le gustaban que todo estuviera perfectamente a su gusto. Cada mañana se levantaba a las 07:18 en punto; ni un minuto antes, ni un minuto después. Entonces empezaba su rutina planificada en extremo detalle, y nada podía fallar. Hasta que, una mañana, la alarma del despertador no sonó a la misma hora y… ¡Todo lo que ocurrió después fue como un torbellino que le despeinó las ideas! De repente, se encontró disfrutando de situaciones nuevas que antes ni siquiera hubiese podido imaginar.
Una divertida historia que nos muestra, con ingenio y sentido del humor, lo que ocurre cuando nos atrevemos a abandonar nuestra zona de confort y abrimos la mente a nuevas posibilidades.