La sociedad contemporánea vive inmersa en la inmediatez. Prioriza, ante todo, lo nuevo y lo superficial; no tiene tiempo para detenerse a cavilar ni para mirar hacia atrás. Por fortuna, libros como este nos invitan a hacer una pausa para darle espacio a las ideas, a dialogar con las voces que antes de nosotros se plantearon nuestras mismas preguntas. En la columna que publica semana a semana en el Heraldo, y de la cual provienen los luminosos ensayos que aquí se recuperan, Irene Vallejo reflexiona sobre las distintas formas en que el presente está ligado a nuestra historia. Su prosa clara, su inquieta curiosidad y la ferviente pasión con que se asoma a la sabiduría clásica son un grato recordatorio de que la antigüedad sigue viva hoy en nosotros, y de que la historia no es un proceso lineal, sino un diálogo intemporal en constante desarrollo.