Tal como afirma Dora Barrancos en su prólogo: «El sistema patriarcal posee un instrumento de reproducción fundamental en el sistema educativo, y aunque en nuestras academias se han multiplicado los análisis relativos a la condición de las mujeres, a las relaciones de género y más recientemente a las sexualidades disidentes, la dimensión educativa no ha sido probablemente la más relevada. (…) Necesitamos más investigaciones como las que este libro presenta para poner en evidencia la cadena de transmisión de la violencia simbólica –y no sólo de esta índole– que revela la acción educativa perpetuadora de las jerarquías de género. (…) En todo caso debemos proponer un cambio radical de las mentalidades, de las actitudes, de los sentimientos, y cada uno de los trabajos que aquí se presentan es un aporte singular para esa saga no sólo por la innovación tópica, sino por la solvencia del tratamiento, la capacidad interpretativa. Resulta invalorable que haya una perspectiva latinoamericana. (...) Si se quiere terminar con las formas violentas de trato hacia las mujeres, si de veras procuramos sociedades que reconozcan las otredades de géneros y las sexualidades disímiles, si aspiramos a sociedades democráticas e inclusivas y a conjurar humillaciones y sometimientos, es imprescindible que la escuela se percate. Ese es el cometido precioso de este libro».