“El lenguaje es un amenazante peligro para la civilización mercantilista, por su estructura única e indestructible, que ningún mercado puede poner en jaque. Por eso, para los sectores del poder es perentorio, dada la resistencia del leguaje, volverlo invisible e inaudible, cortarnos de esa fuente inconsistente y solidaria de placer que brille en el habla popular, en los chistes que broten como salpicaduras en las conversaciones entre amigos, en las nuevas canciones hermosas, en las creaciones auténticas que surgen todos los días en el patio de un colegio, en la mesa familiar, en la charla de un grupo de adolescentes”.
La autora sostiene que el rescate de la palabra no es ya un problema de crítica fifilológica o de talento literario, sino el requerimiento de una nueva conciencia ecológica, una alerta contra el embate de las fuerzas que impiden nuestro contacto con ese lenguaje del que surgen la crítica, el júbilo, la creatividad y el contacto más profundo con los otros y con nosotros mismos.
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Al que se arriesga a leer
Bibliografía
Agradecimientos