Los trabajos que se reúnen en este libro analizan la problemática de la conflictividad escolar intentando dar cuenta de dos dimensiones complementarias: la secuencia de transformaciones que, al menos desde la década de 1980, fueron modificando progresiva e irreversiblemente las modalidades tradicionales de vinculación entre actores de la comunidad escolar y las formas que asumen esos vínculos en la actualidad.
Así, la primera sección da cuenta de que la escuela fue mutando en función de políticas de democratización educativa en las que se expresaron nuevas sensibilidades respecto del ejercicio de la autoridad parental y docente. Pero también muestra que, en buena medida, esas políticas intervenían sobre una institucionalidad escolar en transformación debido a mutaciones de la estructura social que alteraban los supuestos sobre los que tradicionalmente había operado el sistema educativo. Al considerar ambos procesos, se hace evidente que los cambios en el escenario escolar durante las últimas décadas fueron promovidos por factores heterogéneos y con una sincronía desigual. Esto resultó en un sistema educativo caracterizado por 'crisis', pero de orígenes y contenidos divergentes: se influyeron recíprocamente algunas que suponían crecimiento, con otras que implicaban descomposición.
La segunda parte del libro muestra, a través de estudios de caso, justamente, cómo estas dinámicas y tendencias heterogéneas se expresan actualmente en conflictos que configuran de maneras diversas la cotidianeidad escolar. El libro combina así una mirada histórica y procesual con otra que se detiene en la casuística y la actualidad, mostrando que las dinámicas de la conflictividad escolar no pueden comprenderse mediante explicaciones monocausales, sino que exigen una mirada atenta a la pluralidad de factores que configuraron procesualmente el actual escenario educativo.
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