Napoleón es ante todo el hijo de una época de transición, la del paso del viejo mundo feudal a una nueva sociedad burguesa. Encarna todas las contradicciones de esta época, su nombre está asociado a una ambición desmesurada y un poder despótico, a guerras crueles y sangrientas, evoca los horrores de Zaragoza, el saqueo de la Alemania avasallada, la invasión de Rusia. Pero también nos recuerda el coraje y la audacia manifestados en las campañas italianas, el talento que supo atreverse, el hombre de Estado que asestó golpes mortales a una Europa feudal ya decrépita. El historiador soviético Albert Manfred, genuino maestro en el arte de narrar la historia, comienza trazando un excelente retrato del joven Bonaparte, discÃpulo de Rousseau y de Raynal, jacobino y robespierrista, y defensor de los ideales republicanos de la Revolución, para ir desgranando su evolución gradual y su transformación en autócrata, en avasallador de Europa, en constructor de un Imperio a golpe de bayoneta. Considera que Bonaparte traicionó el gran secreto de sus rutilantes triunfos militares: el entusiasmo revolucionario del pueblo que empujaba a sus soldados, lo que le llevó a su fracaso final. Manfred consigue plasmar en estas páginas todos los matices de un hombre extraordinario, asà como los excelentes retratos psicológicos de las numerosas personalidades históricas que le acompañaron, presentando un retrato verÃdico y fiel de Bonaparte y de la época que alumbró.