En este ensayo Usigli expone las que considera las “dos funciones vitales, y vitalicias, en el escritor: la humana y social en compañía, y la otra, en soledad. Pero si atendemos al sentido del adjetivo ‘social’ –señala Usigli– (…) la paradoja hace su entrada en escena y afirma que la función social del escritor consiste en ser antisocial. Y esta premisa se ampara con los nombres de Sócrates, Nietzsche, Ibsen, Strindberg, Bernard Shaw, Baudelaire y Rimbaud (…) Abogados del diablo para la sociedad del momento, pero abogados del hombre para el hombre de todos los tiempos.