De los grandes depredadores del género humano, los más horribles son el desastre natural y la guerra. ¿Qué sucede cuando alguien, una mujer, una adolescente, casi una niña, es víctima de los dos? Aquí, Adela, Adelita, la protagonista de Era mucho el miedo se convierte, casi de la noche a la mañana, por la avalancha, por un temprano matrimonio con su subintendente de la Policía y por el horror de la guerra, en una frágil damnificada del género humano. Las poblaciones del norte de Tolima, Lérida, Venadillo, Armero son escenarios de todo cuanto el hombre y la naturaleza se puede enseñar contra el ser humano, y en especial, contra la mujer. Y, sin embargo, Adelita tiene la fuerza, el coraje de enfrentar la adversidad, de buscar salvar a su hijita, que nunca conoció a su padre, de oponerse a las potencias que la asedian y amenazan. La fuerza se la da el referente de su infancia, las rondas y canciones infantiles, éstas se van convirtiendo en la hoja de ruta, en el derrotado, para no solo superar la adversidad sino también descubrir la forma de salir al encuentro, tras una persecución casi cinematográfica, de lo que ella nunca logró imaginar.
En esta novela, la segunda de su producción, su autora nos presenta una obra conmovedora, que da cuenta de la fortaleza de la mujer frente a la adversidad, y que, a la vez, muestra las posibilidades y el alcance sanador de la ternura infantil en la vida del ser humano.