Los tres ensayos que conforman este libro tratan sobre el mundo de las brujas y la demonología y su desplazamiento de la Europa antigua y medieval a la América colonial. Su escritura se plantea como una
lección de estilo, las referencias enciclopédicas son de una erudición no aplastante sino regocijante, y el humor y la malicia, llevados de la mano por la honda reflexión sobre la condición humana, planean a lo
largo de sus páginas. En Muestras del Diablo el erotismo se plantea, además, como un acto enlazado con la hechicería. De ahí que pareciera ser un erotismo hijo
de las consideraciones de Bataille. Es decir, que apunta siempre a la transgresión y a la rebeldía. Erotismo y libertad se abrazan en estos eruditos y deliciosos ensayos con una habilidad inquietante. De
hecho, el ansia de libertad es, a juicio de Gómez Valderrama, el impulso crucial que mueve los centenarios ritos brujeriles. Ritos que surgieron en torno a las divinidades paganas de la fertilidad, que pervivieron en medio de la histeria colectiva provocada por el tribunal de la Inquisición y que continuaron desarrollándose en las playas, bosques y selvas de los virreinatos hispánicos. Ritos nocturnos, ilegales, sacrílegos
que tuvieron, a su vez, como rampa, la práctica libertaria de la sexualidad. Ahora, más de medio siglo después de su primera publicación, Sílaba Editores hace esta nueva y necesaria edición. Celebrémosla, entonces, con holgura, y concluyamos que Muestras del Diablo sigue siendo insular y nada de su sendero perturbador, por el que transita un ensayista ejemplar, se ha deslustrado.
Pablo Montoya
Contenido
Prólogo