La introducción de las doctrinas positivistas en México por Gabino Barreda, en respuesta a los deseos de reorganización educativa del presidente Juárez, representa un hecho cardinal de la historia de las ideas en el país. Este sistema filosófico, que en el continente donde se originó jamás paso de ser una utopía, se convirtió en pauta educativa de un estado.
La adaptación del positivismo a la circunstancia mexicana desato inconformidades, lo que obligo a Barreda a modificar las premisas cotidianas básicas. El positivismo fue un instrumento de la clase que Justo Sierra llamaba burguesía mexicana. La evolución del país, la situación creada por la dictadura de Porfirio Diaz, condujeron inexorablemente el deterioro y la caducidad de doctrinas que, por un momento, parecieron a muchos la respuesta definitiva a todos los problemas nacionales.
A la valoración imparcial de los méritos del positivismo y de las causas de su necesaria decadencia se encomendó a Leopoldo Zea, quien, con abundancia de datos y anclado en modernas nociones sobre lo que debe ser la historia de la filosofía, reúne en este volumen su contribución a la historia del pensamiento.
Índice
Prefacio
Prólogo a la segunda edición
Introducción
Sección primera: El nacimiento
Sección segunda: Los orígenes
Sección tercera: El desarrollo
Sección cuarta: El desarrollo – Los discípulos
Sección quinta: La utopía
Sección sexta: Filosofía y política
Sección séptima: Polémica – El Krausismo
Sección Octava: Polémica – Parra-Vigil
Sección Novena: Los científicos
Sección Décima: Ocaso
Bibliografía
Índice onomástico