Razón ha tenido el peruano José Carlos Mariátegui: hay que buscar las causas de los problemas de los pueblos en la economía del país, “y no en su mecanismo administrativo, jurídico o eclesiástico, ni en su dualidad o pluralidad de razas, ni en sus condiciones culturales y morales.” La vanguardia filosófica o humanitaria de los hombres de rapiña y sus ejércitos lo saben muy bien: la concentración de la riqueza, la concentración de la tierra, está garantizada por los escuadrones cuyos amorosos y democráticos discursos se desplieguen como la más bondadosa de las mercancías: es la nueva religión que contribuye con su ideario a la profundización de la historia de la miseria.
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BIBLIOGRAFÍA