El pastor y las estrellas es, en verdad, un libro que se lee con arrobo y que lo transporta a uno a zonas invioladas del pensamiento donde las palabras, las imágenes y las referencias a lo humano se convierten en material ideal, al calor de la emoción lírica.
Emoción sostenida, pareja, que causa placer y angustia, como todas las grandes tensiones del espíritu.
Esta obra es, para emplear un término que es preciso valorar nuevamente: “inspirada”, no en el sentido romántico de la palabra, sino entendiendo la inspiración como un momento en que el alma se pone en comunicación con grandes y misteriosas verdades. Porque este libro es verdadero, por la serie de reflexiones, a veces profundas, que contiene sobre la vida, sobre el destino, sobre el más allá, y es, en cierto modo, misterioso por el ambiente, por el personaje, por el lucero que guía sus pasos, todo lo cual esta vasto y contemplado dentro de una realidad que podríamos llamar de ensueño. Son las dos caras de esa medalla de la vida, que cuelga de un astro y que oscila sobre el abismo.
Este libro, vuelvo a repetirlo, arroba y nos sustrae de la absurda realidad cotidiana. En estos momentos es una especie de protesta social y un reto a la literatura encargada de rebajar al hombre. Y es, también, una reivindicación de los valores poéticos del alma, y un homenaje a la pureza y eufonía del lenguaje que forma acorde suavísimo con el ritmo de las emociones. Esta obra ha sido una verdadera “catarsis” para mi espíritu.
Índice
I. En el arroyo
II. En el bosque
III. Detrás del lucero
IV. En el valle
V. En la abadía
VI.En la floresta
VII. LA cacería del rey
VIII. En el castillo
IX. Por los caminos del pasado
X. En la aldea
XI. En el río
XII. En la ciudad