En esta obra, el pensador economista y sociólogo alemán Max Weber ofrece un apasionado examen crítico de la oposición y aun la contradicción, entre el comportamiento, siempre público, del hombre de acción política y el trabajo del científico, sobre todo en función de docente universitario. Ya que inevitablemente el hombre político tiene que formular juicios de valor, ceñirse a normas y tener en cuenta usos y costumbres, ¿de acuerdo a qué ética ha de orientar su acción? Y puesto que la característica del Estado radica en el monopolio “legitimo” de la violencia, ¿en qué fundamento de justificación se apoya ese monopolio?
Las respuestas que Weber propone a estos interrogantes se desarrollan a través de una drástica revisión de la racionalización de la enseñanza y del Estado modernos por la vía de la burocratización. Aquí la crítica apunta precisamente a la paradoja de pretender la primacía de la investigación y de la docencia respecto de la economía, en la medida en que del examen de Weber se desprende que la ciencia y la política burguesa se impregnan esencial y necesariamente de las características de la empresa capitalista.
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