La violencia armada tiene también una dimensión narrativa, acaso tan devastadora como su dimensión física. No sólo destruye vidas y altera relaciones, sino que su ejercicio –especialmente cuando es sistemático– quiebra la propia posibilidad de otra narrativa que logre articular algún sentido alrededor de la experiencia traumática. Cuando las personas no logran modular un significado sobre la violencia padecida, el ejercicio de ciudadanía para contrarrestar sus efectos se antoja imposible.
Algo de lo que somos como individuos y como sociedad se transforma –acaso irremediablemente– a través de la experiencia límite del sufrimiento producido por la violencia. Parte de esa experiencia queda atrapada como lo inefable que solo comprende plenamente quien la ha sufrido. Pero como lo recuerda la escritora y periodista estadounidense Joan Didion, nos narramos historias para poder seguir viviendo. El ejercicio de articular una narrativa es entonces el ejercicio de buscar no desaparecer como ciudadanas y ciudadanos, de no sucumbir como sociedad.
Lo que somos como seres sociales está constituido por redes de sentido: pertenecemos a un lugar, a una historia y a unas relaciones establecidas con los otros. El lugar que ocupamos en una sociedad lo ocupamos por referencia a la forma en que nos auto-reconocemos y también a la forma en que nos reconocen los demás. Nuestra existencia social es entonces narrativa: nos narramos y nos narran. Narrativas de paz para hacerla posible.
Narrativas de paz, voces y sonidos recoge reflexiones, investigaciones, relatos y experiencias alrededor de cómo la ciudadanía aborda sus propias historias para narrar la paz. Un libro para pensar y pensar-NOS, para la resistencia y la reexistencia, para narrar la paz y luchar contra las guerras.
CONTENIDO
Nota a la presentación
Presentación. Narrativas de paz, voces y sonidos
Prólogo, Federico Mayor Zaragoza
Autoras y autores