Los espacios negativos, a los que hacemos referencia en esta obra, son parte de una reflexión teórica que responde a un momento de emergencia que nos obliga a pensar la crisis radical en la que nos encontramos y las formas en cómo podemos plantearnos la superación de esta etapa que parece sostener una verdad: ¿seremos incapaces de trascender las formas represivas y destructivas que se han configurado como una realidad y un espacio social unidimensionales que nos determinan? Frente a ello, presentamos esta propuesta sobre la producción de espacialidades histórico-concretas capaces de generar un cortocircuito en la realidad, de subvertir y desestructurar las lógicas y las praxis dominantes, por medio de imponer proyectos y formas sociales cuyo contenido niegue la posibilidad de reproducción de aquellas. Pensar el espacio negativo tiene diversos propósitos: aportar a la reflexión nuevas aristas conceptuales para enriquecer el ejercicio del pensamiento crítico; generar las herramientas para nombrar lo «no nombrado»; y pensar las contradicciones que nos llevan a aceptar que para reconocer lo común, hay que hablar en común.