No es exagerado decir que, salvo raras excepciones, todos hemos sentido alguna vez los efectos del enamoramiento. Todos somos querámoslo o no el resultado del Eros. La aparición de este sentimiento y sus fronteras de éxtasis y sufrimiento, incluso en la más temprana etapa de la existencia humana. De la mano de la poesÃa, nos conduce por el laberinto de los celos, de la seducción, del ansia de poder y posesión, dando una nueva forma a las delicias y torturas del arrobamiento amoroso.