“La Generación Beat fue una visión que tuvimos John Clellon Holmes y yo, y Allen Ginsberg de manera aún más salvaje, hacia fines de los años cuarenta, de una generación de hipsters locos e iluminados, que aparecieron de pronto y empezaron a errar por los caminos de América, graves, indiscretos, haciendo dedo, harapientos, beatíficos, hermosos, de una fea belleza beat […] beat quería decir derrotado y marginado pero a la vez colmado de una convicción muy intensa.” Jack Kerouac
La publicación, en 1957, de En el camino le confirió a Jack Kerouac una fama súbita cuya administración (la administración de su brillo y la de su decadencia) lo ocuparía casi hasta su muerte. Un efecto colateral de esa fama fueron los encargos que recibió de distintas revistas. Si bien había tenido una iniciación en la crónica periodística ya antes de los veinte años, Kerouac aprovechó ahora esa demanda para justificarse a sí mismo. Los artículos, ensayos y ficciones breves incluidos en este libro, originalmente publicados en su mayoría en revistas como Esquire, Playboy, Evergreen Review o Escapade, y traducidos aquí por primera vez al español, tienen una sostenida entonación programática: la tienen ya sea porque adoptan la forma nítida del manifiesto (como los famosos escritos sobre poética y sobre la “prosa espontánea”), o porque ponen en acto ese mismo programa tanto a la hora de relatar el encuentro de Kerouac con un fantasmal cantante de blues que podría ser él mismo como en sus crónicas deportivas, en la descripción del nacimiento del bop o de las afinidades de su escritura con las fotos de Robert Frank o la prosa de Céline. Además de la justificación, Kerouac tiene en mente el ajuste de cuentas con la propia Beat Generation, y lo resuelve oscilando entre el recuerdo de sus orígenes y la crítica de su evolución. Si existía algo que pudiera llamarse “filosofía” de la Generación Beat, Kerouac era el único en condiciones de formularla. La Generación Beat fue acaso la generación de un hombre solo, el propio Kerouac, ángel profano, que no quería pertenecer a ninguna generación.
Pablo Gianera