La historia de nuestro país, plagada de juicios, denuncias, sentencias, cárcel, multas y represión, ha dado un protagonismo destacado a la administración de justicia. En numerosas ocasiones nos han atendido al otro lado del mostrador o del estrado funcionarias serias y aburridas, a las que hemos intentado contar mil historias. Mientras, nosotros no sabíamos nada de ellas.
Desde la ficción narrativa, la antropóloga vasca Miren Alcedo nos abre una puerta a un mundo hermético y desconocido para la gran mayoría: el día a día de las funcionarias -porque casi todas son mujeres- de la Administración de Justicia.
Carmiña, Maricarmen, Carmentxu, Karmele, trabajan en un juzgado. En cualquier juzgado. Son tramitadoras, auxiliares o gestoras: funcionarias. Todas diferentes -con una personalidad, manera de trabajar e ideología peculiar- pero todas igualmente intercambiables y prescindibles para sus superiores o para los usuarios.
Ellas lo saben bien: En el Reino de España la norma de convivencia es clasista, racista, machista y caciquil y la justicia demasiadas veces es solo una palabra para colgar en piedra en las fachadas de los edificios.
Para sobrevivir al dolor Carmiña, Maricarmen, Carmentxu y Karmele se refugian en una indiferencia más aparente que real o se calzan los cascos y escuchan las briosas notas de Las truchas en el río Schubert.