Este libro, ya clásico, intenta esclarecer y ponderar el papel de los factores espirituales en la formación de una conciencia de identidad mexicana, del siglo XVI al XIX.
El héroe civilizador de los indios, Quetzalcóatl, y sus avatares étnico-míticos, y la diosa-madre Tonantzin, identificados por frailes criollos respectivamente con el apóstol Santo Tomas y la Virgen María de Guadalupe, han sido el fermento de la conciencia americana y mexican.