Yo no soy un hombre común, soy una síntesis, soy un espécimen que no se produce sino cada mil años, soy un contubernio de sangres adoloridas y reprimidas por la esclavitud y el despojo. Yo no soy blanco ni negro ni mulato ni rubio ni moreno ni ojiazul ni ojinegro, soy un volcán de lava y de sueños, que tuvo la oportunidad de hacer explosión cuando a otros se les ha negado esa gracia. Soy un Cristo y un Pilatos. Soy un Judas y un místico. Soy un bandolero y un héroe. Soy un caminante y un perezoso. Soy un viajero de muchas lunas y un ermitaño de muchas hambres. Soy un niño sin ser un hombre. Soy un pobre sin ser un rico. Soy un vano sin ser un vil. Soy un guerrillero y un santón que se puso la túnica de los predestinados para que la humanidad volviera a creer que Dios existe. Ese soy yo. Y espero que así me vean los millones de ojos que esperan mi resurrección, cada vez que en estas patrias libertadas por mi surjan las depredaciones y los delitos de unos pocos. Y mi resurrección debe ser, tiene que ser, para que la confianza retorne a los hogares de los humildes, de los desposeídos, de los atormentados por la rabia de los poderosos. Bolívar no fue un hombre, fue un cataclismo, destruido por los colmillos de la infamia, de la miseria, de la mediocridad'