
La forma de la Constitución advierte sobre el tipo de orden que desea imprimir a una sociedad. La Constitución de 1886 es un excelente ejemplo de valores europeos que se querían configurar en la sociedad colombiana. Con la Constitución de 1991 nace un nuevo ideal de sociedad y unos nuevos referentes del derecho que evidentemente no pueden sostenerse en las viejas prácticas de diferenciación social o jerarquización, sino en una nueva, sustentada en las diferencias mismas que implica la diversidad colombiana.
Con la Constitución de 1991, la práctica del derecho cambia, y este cambio puede plantear un desordenamiento de aquellos principios en que se había sostenido el orden social a través de dos siglos; no obstante, en esencia sigue siendo una apropiación en términos teóricos que va a desenvolver en una práctica jurídica. En este contexto, y al reconocer la necesidad de posicionar la autonomía de la mujer frente a la condición del hombre, la presente obra muestra como esta aspiración parte del reconocimiento de la igualdad femenina auspiciado desde el derecho, lo cual también denota la importancia de la configuración de un marco jurídico que establezca claramente dispositivos legales acordes con el mandato general de la igualdad legal y la no discriminación en razón al género.