El artista Francis Bacon nos cuenta -a través de algunos de sus más rabiosos lienzos- el cruel asesinato de una niña en las calles de Londres en el genial cuento “Pintor en la ventana”. Y como este Bacon, testigo de excepción de la crudeza del mundo, el autor nos narra una serie de historias que abarcan amplitudes temporales y diferentes registros narrativos. En “Nessie cuello largo”, el famoso monstruo emerge del oscuro fondo que es la mente atormentada del joven drogadicto Joy Nova; mientras, en otra historia -bajo una narración deliberadamente grotesca-, un ejército de aburridos burócratas revisa documentos y firmas, y decide si un lujurioso hombre puede acceder o no a los servicios de una prostituta… Así son las historias de este libro, tan poéticas como “Demoledores silencios”, tan existencialistas como “La incertidumbre de ser objeto” o tan tiernamente cautivadoras y enigmáticas como “Vestidos de agua” y “Confesión”.
¿Ayudará Julián, ese niño que trabajaba en un ladrillar, a matar a su abusivo y explotador patrón? ¿Será cierto, como propone el relato “Alguien en mi cabeza” que, tras de una célebre obra de Van Gogh, se esconde la muerte de una hermosa joven? Las respuestas -acertadas o no- moldean desde estas páginas el centro de la experiencia humana.
Estos relatos urbanos, simbióticos, bizarros y duros como la roca, que hacen pensar que el autor escribe con un cuchillo apretado entre los dientes, también funcionan como amables instrucciones para volar cometas…
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