La escritura de Illán Bacca es como el gato de Cheshire: la sonrisa queda dibujada en el rostro del agradecido lector, incluso cuando se cierra el libro, pero su autor también tiene “garras y dientes”. Su amabilidad y sutileza, la amenidad de sus críticas precisas, de verdades históricas que otros no se atrevieron a recordar, de personajes que no temen mirar a la cara a los poderosos y enfrentarlos con inteligencia, convicción y valentía.
Cuando el rey de corazones conoce al gato de Cheshire le dije que dejara besar la mano, pero el gato contesta con altivez: “Gracias, prefiero no hacerlo”. Ramón tampoco hace genuflexiones ni besa la mano de los “poderosos”. Las buenas maneras y los rituales de la cortesía no deben ser confundidos con la sumisión. Su obra como toda la literatura auténtica, no hace concesiones con los hechos incómodos que la élite de una sociedad desea olvidar.
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