Esteban Giraldo González no ha desatendido uno solo de los consejos que Rilke le dirigía al joven poeta, en particular el de escribir todos los días de la vida. Por eso cuesta creer que Actos fallidos en una ópera prima. Su vocación de escribir –más que de escritor- no es nueva. Los doce cuentos que componen este volumen no son la típica y meritoria exploración del novel sino más bien la confirmación de un talento que rara vez alcanza una expresión tan contundente en un autor de su edad. La elocuencia, la recursividad, la técnica que el lector encontrara en Bienvenida, Actos fallidos o Una bella esperanza son un testimonio suficiente de su capacidad narrativa, de su oficio. Mención aparte merece, a mi juicio, el delicado erotismo de lobo, la precisión de sus personajes, la economía de los medios dispuestos para crear una situación a la vez corriente y misteriosa que solo la buena literatura puede desnudar. Los demás cuentos ostentan cualidades que el lector no tardara en encontrar Actos fallidos es lo contrario: se trata de una promesa cumplida.
Bienvenida
La buena madre
Días de cuaderno
Actos fallidos
Lodo
Transversal
Tres años después
Folletín
El Niño Jesús
Las ex novias de mis amigos
Una bella esperanza
Vacaciones