En 1797 apareció en Holanda La nueva Justine o las desgracias de la virtud, seguidas de la historia de Juliette, su hermana. Escrita por Donatien Alphonse Franccois de Sade, esta monumental obra horrorizo al mundo como ninguna otra en la historia de la literatura. Maurice Blanchot examina, en el primero ensayo de los dos que componen este volumen, el pensamiento de Sade y la propuesta filosófica que se oculta en su obra, hasta hoy considerada “escandalosa e ilegible tanto por su extensión, como por el vigor de sus descripciones y la indecencia de su ferocidad”.
En el segundo ensayo Maurice Blanchot se pregunta si es posible comentar Maldoror aun cuando el propio Laitréamont hubiera asegurado que en Los Cantos “todo está explicado, los grandes como los pequeños detalles”.
Blanchot se propone abordar el enigma de los seis cantos que “parecen exceder las posibilidades humanas” y mostrar la rareza de una obra doble y de un autor dividido en dos: lucidez absoluta y espesas tinieblas, conciencia que sabe todo y que no sabe a dónde va. Durante mucho tiempo, dice el autor, Los Cantos han sido más admirados que comentados; sin embargo, siempre llega el momento en que incluso los libros más cerrados son abiertos.
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