El personaje Drácula, de Bram Stoker, es probablemente el último gran mito literario de occidente. A menudo, su estudio ha estado a la luz de las interpretaciones freudianas, que ven en el vampiro un sujeto de latentes apetencias sexuales simbolizadas a través de la sangre. No obstante, un análisis más expansivo del personaje, y a distancia de la modernidad ya superada, puede dar cuenta de un sujeto que experimenta el tránsito desde un lugar de preeminencia cultural hasta los ámbitos más oscuros de la existencia humana.