La agresividad se ha convertido en un nuevo tabú, como sucedía antes con la sexualidad: o no se afronta, o se afronta con prejuicios morales. Es además un tabú peligroso, porque pone en juego la salud emocional de los niños, su autoestima y su confianza.
En nuestra sociedad existe la tendencia a rechazar la expresión de cualquier emoción intensa que no sea “la felicidad”. La misma idea motiva a los padres a alejarse de su condición humana y convertirse en meros actores para mantener su imagen de persona buena y triunfadora, ocultando incluso su propia agresividad.
A menudo, niños y jóvenes con conductas agresivas son etiquetados como “niños problemáticos”, cuando en realidad son niños que necesitan expresar lo que sienten. Según Jesper Juul, debemos comprender esas conductas como exteriorizaciones de una rabia y frustración internas, y ayudar a estos niños a identificar su frustración y expresarla de un modo menos destructivo, e incluso constructivo. Por otro lado, el adulto necesita ayuda para definir sus límites personales y defenderlos con autoridad y respeto.
ÍNDICE
Prólogo
1. Anímicamente sano
Tomar conciencia de uno mismo
La agresividad de los adultos
2. ¡Rechazamos la violencia!
¿Cómo se definen la agresividad y la violencia?
“Si haces esto, entonces…”
La agresividad entre los niños
3. Integrar la agresividad
Agresividad constructiva y destructiva
Los verdaderos abusones
Los padres de los “abusones”
La rivalidad entre hermanos
5. ¿Moral o existencia?
Los cinco pasos
El camino es la meta
Incorporar el entorno personal
6. La empatía: el antídoto contra la violencia
7. Si su hijo es agresivo
8. Conclusión
Epílogo de Ingeborg Szollosi