Hablar hoy de los movimientos antisistémicos de América Latina, en estos primero lustros del siglo XXI cronológico, es hablar de un conjunto de potentes y sólidos movimientos sociales que en las últimas dos décadas transcurridas, lograrán constituirse en actores sociales de primer orden, dentro del vasto conjunto de las naciones que hoy conforman al semicontienente de América Latina.
Actores sociales tan importantes, entre los cuales sobresalen claramente los movimientos indígenas realmente antisistémicos, que no solo han logrado en varias ocasiones derrocar con movilizaciones pacíficas a sus respectivos gobiernos nacionales, sino que también y por múltiples y complejas vías, han estado definiendo durante los últimos tiempos, la agenda general del escenario y del debate político y social de sus respectivos países.
Introducción