En 1946, Kurt Lewin, Rondal Lippitt y otros psicólogos crearon en Estados Unidos los Laboratorios Nacionales de Capacitación, tendientes a la formación de especialistas en ciencias humanas que estuvieran a la altura de las necesidades propias de la moderna sociedad tecnológica. Iniciaron en ellos el método de los llamados “grupos T”, o sea, grupos no estructurados, centrados en el estudio de su propia dinámica durante períodos que abarcan dos o tres semanas.
A mediados de la década siguiente se produjo un cambio de énfasis. El primitivo enfoque psicosocial de los grupos T, orientados hacia las “relaciones humanas” en el campo empresarial o comunitario, dejó lugar a un enfoque clínico centrado en el desarrollo personal. En este cambio de postura influyeron, sin duda, las investigaciones realizadas por Carl Rogers con “grupos intensivos” en el Centro de Asesoramiento Psicológico de la Universidad de Chicago. A causa de esta polarización de la tendencia original, en todo el país del Norte surgieron centros de desarrollo personal que comenzaron a experimentar en forma independiente con una amplia gama de modalidades, de las cuales la que alcanzó más popularidad es, tal vez, la de los “grupos de encuentro”, conocida también como sensitivity training (adiestramiento de la sensibilidad, o sensibilización).
El notable auge de la corriente de los grupos de encuentro se explica, según Rogers, por el “ansia de relaciones reales e íntimas” que tiene el hombre contemporáneo, su necesidad de expresar espontánea y libremente sus emociones, de probar nuevas formas de conducta. El grupo de encuentro está destinado, esencialmente, a ofrecerle esa oportunidad en un clima de aceptación que facilita el ulterior crecimiento del individuo.
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