¿Qué pasa con las representaciones de la poesía y con los poetas en la sociedad estetizada y global? ¿Cuáles son las actuales formas de receptividad de la poesía? ¿Está siendo desplazada la poesía por la sociedad mediática?
La exclusión de la poesía de los medios masivos oficiales en los últimos años es en realidad preocupante. sabemos que esta fórmula de silenciar voces audaces y críticas no es nada nueva. La poesía ha vivido y sobrevivido en los extramuros; se ha mantenido con su cuerpo en llamas en la intemperie. Si la globalidad del mercado ha marginado a la poesía y a los poetas de forma más radical que en anteriores épocas, ello facilita, de alguna manera, cierta libertad y autonomía para levantar sus palabras fuera de la oficialidad consumista.
Estar a la intemperie del mundo y, sin embargo, estar en él de forma permanente, como expectante y activo, dubitativo y escéptico, con actitud de mantenerse en el adentro como sujeto no conciliador, y en el afuera como combativo no escapista es el sino del poeta. Entre la voz de la tribu –ahora masificada- y la voz de su intensa intimidad, existen infinidad de hilos conectores que exigen del poeta un trabajo de diálogos permanentes para fortalecer su palabra en esta Babel exuberante y poderosa.
Trashumante entre peligrosas trampas sociales, léase “el tiempo de los asesinos”, o bien, de las ignominias institucionales, el poeta se aventura tratando de comprender y superar dichas trampas con revelado furor, con desesperada y fecunda pasión meditativa. Con esta actitud valiente, el poeta se defiende del ostracismo global, con su destino de nómada a la intemperie.
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