Werner Jaeger afirma que 'no es posible entender -sin Demóstenes- la funesta lucha intelectual y política de Grecia en el siglo IV a.C.'. La figura de Demóstenes, Jaeger lo demuestra, ha resentido el efecto deformante de dos malinterpretaciones decisivas: una, la filológica, que rescata el solo brillo de su oratoria; la otra, histórica, que lo sitúa en la contracorriente que opone al curso implacable de los hechos un esfuerzo incomprendido y estéril. Los dos puntos de vista yerran, y no sólo por su parcialidad: al parcelar, mutilan y deforman. El autor afirma, en cambio, con una visión más precisa y sabia: Demóstenes tiene que ser considerado en su entera complejidad, las Filípicas deben leerse contra el fondo histórico, político e incluso filosófico que fueron su campo de posibilidad.
En esta obra, Jaeger revalora a Demóstenes al proponer una reinterpretación de sus discursos para comprender el proceso interno por el cual se desarrolló el pensamiento político de su autor.
ÍNDICE
Prefacio a esta edición
Prefacio a la primera edición
Apéndice. El discurso de Isócrates en favor de los platenses y la Segunda Confederación
Notas