
Alexander Calder afirmaba que “Hacer escultura es como dibujar en el espacio”, tal vez también piense así el Maestro Estrada, que conversa con la madera, alimenta sus sueños con la madera, escucha la madera, logrando con ella dominar los umbrales esenciales de la imagen aplicándole su idea biodimensional, insuflándote tensión, proporción, produciendo la sensación de movimiento como contundente respuesta al anquilosamiento plástico: abordando la figura humana como un matérico elemento principal con rasgos tan particulares que hacen fácilmente reconocible su trabajo, por la contundencia a la abstracción, menos corpórea, más subjetiva, armoniosa en el volumen, simétrica y equilibrada , síntesis inequívoca del arte puro, rechazo de formulaciones estáticas y relación del artífice consigo mismo.
Los árboles son los seres vivientes más antiguos que existen sobre la tierra y la madera uno de los elementos más nobles de que se pueda disponer para la elaboración de trabajos delicados: no posee la frialdad del mármol, ni luce los inconvenientes para el figurado que tienen los metales, ni presenta la fragilidad de las lozas y las cerámicas, ni es tan pretenciosa como el marfil, ni tan dura y abrasiva como la piedra. Las obras ejecutadas en madera ocupan los espacios interiores de las casas y de los palacios, son cálidas, tienen cercanía con los seres humanos, fue éste el primer elemento de importancia en el desarrollo de la historia del hombre y continua acompañándonos; sirvió para producir el fuego primigenio, para elaborar los más remotos utensilio, para fabricar instrumentos musicales, carruajes, puentes, construcciones navales y navíos, luego para las primeras ornamentaciones: es una y catafalco, dependiendo de ella la existencia futuro.
PREÁMBULO