Sin lugar a dudas Salamina es un pueblo mágico, una dinámica fábrica de cultura, de brío, de voluntad; cuna de particulares procesos etnológicos, históricos, culturales y del bahareque, testimonio de logros conseguidos en tiempos pasados que aun continúan modelándose; de la notable capacidad del ser humano para fundir en un objeto de identidad de su grupo y el sentimiento de un período determinado.