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I am Big Floyd: No Puedo Respirar…

Escrito por
Publicado en Diversidad
Visto 3186 veces
05
Jun
2020

Poema dedicado a exaltar la memoria de George Floyd

Un día más bajo la luna
me ha sido negado
supliqué a los dioses
ausentes de la tierra.
Me duele el cuello
bajo el peso de piedras
acumuladas: ¡odio calcificado!
Nadie me oye
el verdugo no puede verme
el río de la sangre
no llega a mi cerebro.
Veo las llanuras ardientes
y los ojos de los míos
en los barcos encadenados.
En los campos de algodón
cantamos viejas canciones
de los remotos abuelos.
El látigo ha hecho surco
en las espaldas, la ira del amo
es un fuego que nunca se apaga.

No puedo respirar…
Soy un hombre, un espíritu
alguien que vive y sueña.
Soy un niño asustado
al que su madre no consuela.
Ruego inútil por la vida
pero no pueden oírme, para ellos
soy una cosa en la que apoyan
sus rodillas, mientras agonizo
fabulan sus blancos ascensos
parecen flotar, no hay ira en sus ojos
les han vaciado su alma.

No puedo respirar…
Es el mundo que aplasta
lo que nos queda de humanos.
Es una enorme rodilla
sobre el cuello de la vida.
No quiero morir todavía
¿Dónde está mi niña ahora
Que no puedo abrazarla?
La casa se ha derrumbado
y yo entre los escombros
oigo a lo lejos
las voces de los otros.
El mundo se ha detenido
la angustia florece en su pecho
la vida se esfuma en sus ojos.
No oyen los agentes impasibles:
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas
O los heraldos negros que nos manda la muerte.
Un virus recorre el mundo
viejo como el odio
duerme en la espina de las rosas
marchitas, se nutre del miedo
vampiro de las horas nocturnas.
Se detiene ante las puertas
de las casas, no puede entrar, vive
en el alma perdida de los hombres.

No puedo respirar…
Soy una voz antigua
eco que se renueva
de incontables dolores
de inacabables injusticias
como pirámides de odio.
No saben lo que ha pasado:
toda crueldad en la sombra
tanta ignominia olvidada.
Una voz que sobrevive
un anhelo incesante
una dicha aplazada.
Aliento de los tambores
que resonaban en las bodegas
del barco ebrio, el adiós
de los fugitivos en la selva.
La maestra Rosa llama a lista
sentada en su puesto:
Floyd, King, Malcolm, Evers
inmortales en la sangre
que cae como lluvia fina
en el corazón de los negros.

No puedo respirar…
Tengo un sueño
Una doble conciencia:
¿Cómo querer a los míos
y ser leal a un país que los niega?
No puede ser me digo
el país de la libertad
parece un viejo borracho
que tartamudea y habla
de tiempos pasados
de los padres fundadores:
esclavistas escribanos
del sueño de Filadelfia.
Defenderse los unos de los otros
reza la segunda enmienda
como si fuera un salmo de chacales
una fuerza que libera el dedo
En el gatillo.

No puedo respirar…
Muero y no muero
vivo en los ojos y en los pies
de quienes se acuestan boca abajo
Con las manos en la espalda.
En los jóvenes que no tienen miedo
en los que tienen miedo y aun así
marchan a su paso y aguardan la justicia.
Duele morir así
como si ya estuviera muerto.
Tu alma y la mía han sido heridas
es la hora de dar a cada cual lo suyo.
No nos mantengan tan cerca
de la luna de la desdicha.
No dejen a mi niña sola
si algún día le preguntaran
¿quién era su padre? Ella dirá:
Mi padre era Floyd el grande.

No puedo respirar…
Tengo un sueño.
Estoy muerto.

Autor: Héctor Peña Díaz
Audio del Poema
Fuente: Fundación Solo Democracia

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