Suele afirmarse tras las bambalinas literarias, con respecto al cuento corto, que es un género de difícil ejecución: un perfecto artefacto, una victoria por knock-out o la punta de un iceberg; metáforas que insinúan el placer de la sorpresa, del descubrimiento, de la comprensión, que acecha en el fondo de cada relato bien logrado: esa breve serendipia, ese íntimo y gozoso eureka.
Una extraña consejera en una anticuaria; una madre que olvida quién es; viajes por mares y montañas que deparan destinos insospechados; el terrible recuerdo de un olor, de un sabor, de un rumor; un atroz salto al mar; un mundo (quizá no muy distinto al nuestro) donde todo está decidido de antemano por alguna anónima inteligencia; un vendedor recursivo y su bíblico final… Los cuentos reunidos en este volumen podrían ser pensados, cada uno, como un “minuto de amnesia”, en el que una voz ingeniosa, nómada como su autora, nos pasea por estilos, latitudes y experiencias, y en el que, por efecto de una fantasía bella y coherente, o del giro inaudito de una historia aparentemente simple, algo cambia, se desplaza, se mueve, se di-vierte (se desvía) y ya no entendemos las cosas de la misma manera en que lo hacíamos antes.