Este libro es un homenaje a la honrosa memoria de don Guillermo Cano, patriarca del periodismo colombiano, en el vigésimo quinto aniversario de su muerte. Contiene una antología de las libretas de apuntes que publicaba con su firma en la edición dominical y una selección de editores de editoriales de El Espectador; correspondientes unos y otros textos a los últimos cuatro años de vida de quien fue el maestro de periodistas y voceros de la conciencia ciudadana.
Don Guillermo Cano expuso su credo periodístico en un homenaje que en 1982 se le rindió a El Espectador en Medellín: “Nosotros, los Canos vivos, como ya lo hicieron los Canos muertos, solo podemos prestar el servicio civil, que consideramos obligatorio, de divulgar, explicar, comentar, sin lisonjas para los poderosos y sin debilidades ante su soberanía, son honradez e independencia, cuanto hagan o dejen de hacer quienes tiene la actual y futura responsabilidad de dirigir Colombia”.
Esa fue la misma línea de pensamiento fijada por Fidel Cano cuando apareció el primer número de El Espectador en 1887: “No damos a las buenas y las malas acciones unos nombres. No hablamos a los dueños del poder el lenguaje de la lisonja. No tributamos aplausos de los hombres ni a sus actos cuando la conciencia no lo mande”.